¿CO2 a niveles preindustriales por poner bosques?


Durante el XXIII del Congreso Mundial de Organizaciones de Investigación Forestal, el responsable forestal de la FAO, Eduardo Rojas Briales, afirmó que con el «uso de los recursos forestales se puede recuperar los niveles de CO2 de la era preindustrial en cien años.» Lo cierto, es que esa afirmación es bastante errónea, porque para lograr eso, convendría realizar muchas muchas matizaciones.

El responsable Forestal de FAO, Eduardo Rojas, afirmó que un uso adecuado de los recursos forestales podría llevarnos a recuperar los niveles de CO2 atmosféricos de la era preindustrial en sólo 100 o 150 años.

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Es una afirmación un poco errónea, porque requiere muchísimas matizaciones, antes de lanzarse a la piscina.

Para comenzar, tenemos que fijarnos que en la actualidad el CO2 producido por la actividad antropogénica, supone un incremento del 15% en el calentamiento global, con respecto a las tasas de fijación. Esto significa que los bosques y los océanos (los dos principales sumideros de carbono), son incapaces de fijar un 15% de la emisiones totales producidas, que se van acumulando año a año.

En la actualidad el CO2 atmosférico está sobre las 385 partes por millón de la mezcla de gases del aire (aumenta en 2 ppm cada año) y antes de la revolución industrial estaba en unas 280 partes por millón, cuando lo recomendable sería que fuera inferior a 350 ppm.

Para darnos cuenta un poco de la magnitud del problema, la famosa «Curva keeling» que muestra la evolución de CO2 atmosférico desde 1960. – Imagen de BlogEcologistas

Hoy por hoy, la bacterias fotoautótrofas y litotrofas, son las responsables de la fijación de aproximadamente el 50% del CO2 emitido a la atmósfera, siendo el principal sumidero de carbono los océanos (como carbono disuelto o mineral), que es asimilado a través del plancton, corales y peces.

Para fijarnos un poco la importancia que tiene nuestra vida submarina, sólo las cianobacterias del fitoplancton, son responsables del 50% de la actividad fotosintética del planeta, aunque en los últimos años, con el aumento de la temperatura del mar (entre otros factores), está provocando que su capacidad fijación se esté viendo reducida.

Un ejemplo de la capacidad fijadora de las bacterias, lo tenemos en los biocarburantes a partir de algas y de cianobacterias, donde su capacidad de fijación de CO2, es unas 30 veces mayor que la de un árbol.

¿Por qué la afirmación de los bosques es errónea?

Debemos de aclarar que hay muchas definiciones de bosque y muchos tipos. La definición general dice que es un sitio poblado de árboles o lugar con alta densidad de árboles. Ambas definiciones podrían ser ciertas, pero dentro de cada definición hay diferentes tipos de bosque.

Por ejemplo tenemos un bosque joven, que podría tener unos 20 años o un bosque maduro con unos 200-500 años, según el tipo de especies, lugar en el que se encuentra, etc…(algunos estudios dicen que en 80 tendríamos un bosque maduro, con determinadas técnicas de silvicultura) aunque desde luego, la producción primaria neta, no es igual en uno que en otro lugar.

Por ejemplo en un bosque joven, con árboles jóvenes que están en pleno crecimiento, la producción primaria neta es mayor (y por tanto la fijación de CO2), mientras que en un bosque maduro, la producción primaria neta es nula, porque la energía convertida de la fotosíntesis se emplea para la respiración.

«Cuando se habla de producción de un ecosistema se hace referencia a la cantidad de energía que ese ecosistema es capaz de aprovechar. Una pradera húmeda y templada, por ejemplo, es capaz de convertir más energía luminosa en biomasa que un desierto y, por tanto, su producción es mayor.

La producción primaria bruta de un ecosistema es la energía total fijada por fotosíntesis por las plantas. La producción primaria neta es la energía fijada por fotosíntesis menos la energía empleada en la respiración, es decir la producción primaria bruta menos la respiración.

Cuando la producción 1ª neta es positiva, la biomasa de las plantas del ecosistema va aumentando. Es lo que sucede, por ejemplo, en un bosque joven en el que los árboles van creciendo y aumentando su número. Cuando el bosque ha envejecido, sigue haciendo fotosíntesis pero toda la energía que recoge la emplea en la respiración, la producción neta se hace cero y la masa de vegetales del bosque ya no aumenta.»

Tecnun

Es decir, un bosque joven con un uso adecuado, podría absorber mucho CO2 (mucho más que un bosque maduro) pero se necesitaría talarlo cada 30-50 años y volver a plantar árboles; generalmente de crecimiento rápido para que fuera un buen sumidero de carbono.

Además habría que conservar los bosques existentes y plantar nuevos árboles a un ritmo altísimo (el 10% de la superficie forestal mundial al año) para devolver los niveles de CO2, a los niveles preindustriales.

Esto conllevaría problemas, porque aunque estuvieran bien gestionados, es cierto que podrían ser bueno sumideros de carbono, pero desde luego, perdemos una cantidad inmensa de biodiversidad y como hábitat de especies, algo complicado de recuperar.

Por no hablar, que habría que estudiar qué tipo de árboles se ponen, por el problema existente de invasiones como ocurre con los árboles de los géneros Eucalyptus o Acacia, árboles de crecimiento rápido, pero generalmente invasores.

Y también habría que saber para qué sirve esa madera.

Una buena forma, sería si esa biomasa fuera aprovechada como materia para la producción eléctrica en centrales de biomasa, si a cambio, se elimina una central más contaminante como puede ser una de carbón o de petróleo.

De esta forma, eliminaríamos un contaminante (los gases emitidos por la central térmica de carbón por ejemplo) y tendríamos un contaminante «sólo» de CO2, aunque las emisiones serían neutras, si fueran de árboles de crecimiento rápido y con cortas cada 20-30 años.

¿Entonces para qué queremos los árboles viejos y los bosques maduros?

Aunque su fijación sea igual que lo que sale con su respiración (las gallinas que entran por las que salen), al final lo que están haciendo en su conjunto, es una fijación constante de CO2, al formar un sotobosque que absorbe CO2.

En bastante estudios, se está comprobando, que los bosques antiguos, al final acaban siendo los mejores secuestradores de CO2 en determinadas condiciones, por lo que una de las claves para no aumentar el CO2 atmosférico, además de la reforestación, pasa por la conservación de los ecosistemas existentes.

Por otra parte, los bosques maduros, son excelentes islas de biodiversidad, mayor que la existente en un bosque joven con árboles de crecimiento rápido o que son recién plantados, así como de las especies. La biodiversidad en un monocultivo de Eucalyptus es mínima, mientras que en un bosque maduro por ejemplo de bosque caducifolio, es altísima y ya no digamos la de una Dehesa por ejemplo, que son los ecosistema con mayor biodiversidad de la Península Ibérica.

Entonces nos surgiría otra pregunta, ¿son más importantes las emisiones o la biodiversidad?

¿Por dónde pasa la solución?

Hay cuatro grandes puntos:

– Reducción de emisiones

Es innegable que el punto clave de todo esto, porque de nada sirve plantar o hacer crecer bacterias, si a cambio estamos emitiendo igual que antes o peor. Si la capacidad de carga (fijación de CO2) está sobrepasada, es lógico que hay que devolver el ecosistema mundial a que tenga una capacidad de carga acorde a las emisiones -> Reducción de emisiones.

– Reforestación y conservación de los bosques ya existentes.

Quizás más importante que la reforestación, es la conservación ya de los existentes, por los motivos de biodiversidad que hemos comentado anteriormente, pero también por no eliminar el trabajo que ya tenemos realizado.

La reforestación debería de ser con especies propias de cada lugar, evitando especies invasoras y con un manejo en el que no prime tanto la intervención humana y se deje trabajar al ecosistema.

– Mejora de la silvicultura

Si en el hipotético caso, de que la previsión del Director Forestal de la FAO fuera correcta, esa previsión no se lograría si no es una silvicultura correcta y acorde con una gestión más o menos sostenible del ecosistema, con un respeto por los periodos de cortas, plantación de especies, introducción de fauna, etc…

– Bacterias y árboles a la carta

Gracias a la bacteria con genóma sintético de Craig Venter, podremos ver como en los próximos años tendremos muchos avances en el sentido de la reducción de emisiones. Como hemos dicho, los microorganismos del océano, son las responsables de la fijación del 50% del CO2 atmosférico.

Pues bien, ahora imaginemos poder modificar una bacteria en la que introducimos un genoma, al que le digamos que va a fijar mucho CO2 (sobre unas 30 veces más que un árbol) y a cambio va a materia orgánica que pueda ser aprovechada como abono natural.

Ponemos grandes extensiones con cultivos de bacterias fijando CO2 y a vivir, aunque lo cierto es que apenas hemos comenzado ese camino para saber cómo modificar el genoma de las bacterias y decirle lo que queremos.

Otro punto, en el que sí estamos mejor encaminados, es el poder lograr especies de árboles, ya bien sea por medios naturales (modificación de variedades) o con especies transgénicas, de árboles adaptados a condiciones adversas de precipitación y temperatura. El problema de los medios naturales, es que se tardaría muchísimos años, en lograr una variedad que nos interese, con lo que árboles transgénicos sería la opción más rápida.

Pongamos por ejemplo, el Sahel, una región muy pobre de la parte inferior al Sahara, y donde las condiciones empeoran año a año, haciendo que la desertificación avance. Pongamos que podemos logar una especie de crecimiento rápido, pero en ese caso propia del lugar como Acacia tortilis.

Lograríamos dos cosas como sería frenar el avance del desierto y lograr una masa verde, que acabaría aumentando las posibilidades de precipitaciones, por el efecto albedo. Algo parecido, es lo que se intenta con la gran muralla verde que se lleva a cabo en África (aunque sin especies transgénicas), desde Senegal hasta Djibouti.

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Acerca de andresrguez

Doctor por la Universidade de Vigo. Campo de especialización: comportamiento del plomo en suelos mineros, urbanos y campos de tiro, a través de técnicas espectroscópicas, toxicológicas y aplicación de nanopartículas.
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2 respuestas a ¿CO2 a niveles preindustriales por poner bosques?

  1. leitzaran dijo:

    Hola, Andrés. En este artículo Falacias – La selva amazónica es el pulmón del planeta (de El Tamiz) se habla sobre un tema similar y con unas conclusiones parecidas. Creo que es un buen complemento para tu estupendo artículo.

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  2. Andrés dijo:

    Gracias. No conocía el artículo y tiene algunas cosas interesantes

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