Acaba de fallecer Rosalía Mera y en la mayoría de las noticias se destacará que era la ex de Amancio Ortega, que era la mujer más rica de España o que era una millonaria indignada. Eso es cierto, pero también es más cierto, que a través de la Fundación Paideia que dirigía, era clave en el apoyo a las personas disapacitadas en Galicia o que era la que apoyaba a aquellos jóvenes y mujeres que tenían una idea emprearial en el ámbito rural, donde los bancos no se preocupaban de ellos porque no había negocio.

Rosalía Mera de 69 años de edad, tenía un 6,99% del capital de Inditex y un 5% de la farmacéutica Zeltia, así como varias sociedades de inversión, con una fortuna estimada en 4.700 millones de euros, por la participación en Inditex desde la salida a bolsa. Estuvo casada durante 20 años con el dueño de Inditex, Amancio Ortega, con el que tuvo dos hijos hasta que en 1986 rompió su matrimonio.

Sólía decir “es tremendo que el dinero haga a la gente importante”, y realmente era una millonaria atípica, por el compromiso social que tenía. En diferentes ocasiones se le ha podido ver apoyando a los indignados o en las protestas de Nunca Máis durante el accidente del Prestige en 2003, pero era una mujer clave en el desarrollo de proyectos sociales o en el apoyo a jóvenes y mujeres en Galicia.

Con su parte del divorcio, hace 27 años, fundó junto con Amancio Ortega; aunque era ella quién dirigía, la fundación Paideia Galiza, una organización sin ánimo de lucro dedicada a favorecer la integración social de las personas discapacitadas en honor a su hijo Marcos, que nació con una parálisis cerebral profunda que apenas le permite caminar.

Con el paso del tiempo, la fundación fue ensanchando su campo de actuación con la ayuda a empresas que promovieran el desarrollo local en entornos rurales, especialmente en la ayuda a la mujer rural ya que como decía Rosalía Mera a José Luis Gómez en El País en 2012 «la Fundación Paideia es una manera de volver a empezar, que es como enamorarse de nuevo, esta vez de una idea»

Posteriormente con la salida a bolsa de Inditex de la que mantenía un 6,99% y con el dinero obtenido por las acciones, amplió los horizontes y compró en 2002 un 4,35% de las acciones de la biotecnológica gallega Zeltia, en la que ocupaba un puesto en el consejo de administración, lo que paradójicamente no ocurre en Inditex, ya que aunque conservaba las acciones (cada vez menos), llevaba muchos años fuera del Consejo de Inditex.

Esta entrada en el capital social de Zeltia, se hizo en uno de los momentos más delicados de la empresa, ya que era cuando más apoyo necesitaban para poder desarrollar el antitumoral Yondelis, contra el sarcoma de tejidos blandos (STT) y el cáncer de ovario, al encontrarse Zeltia en un proceso en el que se cuestionaba fuertemente la efectividad del fármaco y cuando los inversionistas salían de la empresa.

Además de Inditex y Zeltia, Rosalía Mera, también cuenta con el 10% de la cadena de hoteles Room Mate, invierte en energías renovables, en cultivos marinos, en tecnologías informáticas, en una empresa de identificación de recién nacidos que utiliza la biometría dactilar (ICN Technologies), y en un largo etcétera de iniciativas. También ha planeado sobre ella, el tema de las SICAV.

Entre estas otras iniciativas, jugó una importante labor social con diferentes empresas de capital riesgo (Rosp Corunna Participaciones Empresariales, 2.800 millones diversificados en acciones, fondos, inmuebles e inversiones sociales), apoyando a jóvenes y mujeres (a través de la Fundación Deloa) que quisieran desarrollar una idea empresarial, especialmente si era en temas forestales, marítimos o agrarios, donde los bancos no solían ofrecer apoyo en pleno boom del ladrillo.

Un ejemplo de esto, han sido Galician Marine Aquaculture, una empresa dedicada al desarrollo del cultivo de oreja de mar para la exportación a Japón, en la que participó desde el inicio hasta que el año pasado abandonó el proyecto.

Lo mismo con Conservas Porto-Muiños, dedicada en un principio a la comercialización de productos del mar que con el paso del tiempo pasó a convertir en la única productora de algas comestibles de Galicia y de otros productos de conserva de alto valor añadido, Trébore Transporte; un grupo de integración sociolaboral de discapacitados, la cooperativa Milhulloa formada por tres mujeres que desde Palas de Rei producen y comercializan plantas medicinales y el centro Mans de Coruña, un vivero de empresas con 3.500 metros cuadrados a disposición de emprendedores de Tecnologías de la Información y Comunicación, que alberga además un estudio de grabación-plató musical único en España.

Ahora, la mujer más rica de España (bastante más que su madre, porque se supone que también es heredera de Amancio Ortega) se llama Sandra Ortega Mera. No sale en las revistas, es psicóloga y vicepresidenta de Paideia, tiene tres hijos que van a un colegio público y siempre fue la mejor consejera de su madre. Se supone que una vez fallecida su madre, será ella quien continúe con la labor de Paideia y el resto de fundaciones, aunque pueden aparecer algunas dudas tal y como comentan en GC.

Precisamente, tras a súa morte ábrense agora as especulacións sobre o destino da súa fortuna e dos seus proxectos filantrópicos, especialmente, sobre o futuro da Fundación Paideia que ten realizado un gran traballo social en Galicia. Mera tiña dous fillos con Amancio Ortega, Marcos e Sandra, pero parte da súa fortuna en Inditex estaba suxeita a limitacións de tipo nominal e patrimonial, segundo as fontes consultadas.

Esperemos que esto haya servido para destacar la otra faceta de Rosalía Mera y que posiblemente no se vaya a destacar en los medios.

Recomendadas lecturas para conocerla un poco más Mucho más que la más rica, «Rosalía es tan rica como desconocida», Una ‘indignada’ entre los más poderosos del mundo,  “Es tremendo que el dinero haga a la gente importante” y La mujer que tejió un imperio del gran @sihomesi , o a Jaureguizar en A Muller máis rica de España

O salón estaba cheo de mobles barrocos e periodistas. Os mobles barrocos sempre os compran as persoas que subiron estratos sociais por identificaren as molduras e os dourados con riqueza. Son as curvas que superaron e os brillos que seguiron no camiño da prosperidade. Non sei a que presidente provincial atribuír a decoración da sede da Deputación de Lugo. A rolda de prensa sería dirixida por Francisco Cacharro e el fora mellorando dende a pintura de brocha gorda á pintura de autor, pero non me pareceu unha persoa necesitada de exhibir a capacidade adquisitiva. A convidada era Rosalía Mera, que había de anunciar uns proxectos musicais cos que dar unha saída digna a unha fortuna con orixe na costura de roupa allea por encarga. A muller máis rica de España. Os xornalistas somos pouco impresionables polos cargos e as dignidades porque temos contacto diario con todos os banzos da escada social. Pero ese día agardabamos ver entrar na sala unha señora nimbada cunha aura. E non. Rosalía Mera sentou, un tanto corcovada, e reparei na súa cara, protagonizada polas liñas paralelas das lentes e a boca. Falou cunha normalidade tan cotiá que me sorprendeu. A muller máis rica de España, en sensatez.

Quizás el mejor resumen del tema, lo hace el gran Manuel Jabois en El Mundo «La Costurera de Monte Alto»

Rosalía Mera fue niña de familia pobre que dejó de estudiar a los once años para ponerse de costurerita. Haciendo batas de boatiné, aquella cría sin estudios montó con su marido, dependiente de tienda, un negocio propio. Su biografía presentaba entonces rasgos absolutos de ejemplaridad pública. Si hubiese reparado en ella -que no reparó, porque aún estaba saliendo de pobre- cierta izquierda, la más castrense, le hubiera atribuido virtudes insondables, casi un retrato al fresco de ribetes ‘dickensianos’. Pero en esa carrera profesional llena de valores morales la costurerita sin escuela no calculó un riesgo: su negocio funcionó. Todo empezó a irse al garete.

En España se perdona el éxito hasta cierto punto, sin exagerar, cuando uno no levanta mucho ruido y hace dinero moviendo dinero, como esos inversores de JP Morgan a los que sólo ponemos cara cuando los cazan como a conejos. Entrar en la lista ‘Forbes’ si una es chica de posguerra en Monte Alto, el barrio levantado por los obreros, es más peligroso socialmente que aparecer en la lista de los más buscados del FBI, a veces casi la antítesis. A Rosalía Mera y a Amancio Ortega la empresa se les fue de las manos porque empezaron a sucederse errores incompatibles con la pureza ideológica: eso derivó en un crecimiento indeseable en el que muchos ven una mezcla de esclavismo y genocidio que se recrudeció cuando el gallego, despótico, entregó 20 millones de euros a los pobres.

Mera murió esta semana. Hizo bandera de causas sociales y destinó dinero a enfermos y desfavorecidos mientras seguía el juego de la vida con sicav y apuestas de casino financiero. Se contradijo, seguro, más veces de las que ella hubiese querido, pero lo hizo mejor que cualquiera. Es extraño que sindicatos y comunistas no la llegasen a invitar a conferencias para que explicase cómo una niña pobre y sin estudios puede dar de comer a miles de familias con una aguja de coser, salvo que entiendan que el destino de un obrero es no pasarse de listo. Una lección, la de Mera, tan contrarrevolucionaria como no aspirar siempre a la baja para no perder la simpatía de nadie y hacerse perdonar por el éxito en un país en el que ganar más dinero del necesario para vivir está mal visto, salvo que uno sea futbolista. Entonces se excusa hasta el fraude.