Cuba y los cultivos transgénicos para la sostenibilidad alimentaria


El gobierno de Cuba parece dispuesto a seguir en su avance en el cultivo de transgénicos como se indicó previamente en este blog en El error de cuando tu único argumento es Monsanto y Ahora Madrid, antitransgénicos y el ejemplo cubano.

El pasado mes de Diciembre se publicó en el Diario Granma cubano, una interesante nota en la que indicaban los avances que habían logrado en el cultivo de maíz transgénico, y que Cuba pasaría a plantar a gran escala en la primavera de 2017 diferentes cultivos de soja y maíz.

Cultivos transgénicos para la sostenibilidad alimentaria

El hombre puede lo­grar la manipulación genética de organismos vivos a través de la aplicación de las técnicas de la ingeniería genética

Como parte de los extraordinarios avances científicos acaecidos en la segunda mitad del siglo XX, el hombre pudo lo­grar la manipulación genética de organismos vivos a través de la aplicación de las técnicas de la ingeniería genética y la biología molecular.

Lo anterior posibilitó obtener los llamados Organismos Mo­dificados Genéticamente (OMG), también nombrados transgénicos, que comprenden aquellas plantas, animales y microorganismos, cuyo material genético (ADN) ha sido alterado con el objetivo de conferirle características mejoradas específicas que lo hacen comportarse de manera diferente a la expresada antes de ser sometidos a tal proceder.

Si bien tal acontecimiento constituyó un verdadero hito tecnológico, la producción y comercialización de los OMG ha es­tado acompañada desde entonces y hasta la actualidad de fuertes controversias y objeciones a su empleo, a pesar de la existencia plenamente fundamentada de una amplia información científica referente a la inocuidad de los mismos a la salud humana y ambiental, la experiencia de más de 20 años de su uso comercial a nivel internacional y la presencia de un marco regulatorio bien definido, que obliga a la evaluación y aprobación caso a caso de los transgénicos a emplear.

Buena parte de los criterios opuestos a los organismos genéticamente modificados se sustentan en experiencias referidas al mal uso de las indicaciones tecnológicas, la falta de información, deficiente capacitación y las prácticas abusivas de determinadas empresas productoras de semillas a escala mundial.

En el caso particular de los transgénicos en plantas, estos comenzaron a generarse en 1996 y consisten en la inserción de uno o varios genes dentro del genoma de un organismo, con la finalidad de incrementar su productividad.

Gracias al desarrollo alcanzado hoy por dicha tecnología, es posible conocer el sitio exacto de implantación del gen fo­ráneo en el genoma modificado.

De acuerdo con lo señalado en las conclusiones de un ta­ller de actualización sobre los OMG, realizado hace unos me­ses en nuestro país con el auspicio de los consejos científicos del Instituto de Ciencia Animal (ICA) y el Centro de In­geniería Ge­nética y Biotecnología (CIGB), los cultivos genéticamente modificados han contribuido a mitigar la crisis de falta de alimentos derivada del crecimiento de la población mundial y el efecto de los cambios climáticos, constituyendo la tecnología de cultivo con adopción más rápida en la historia de la agricultura.

Baste decir que las hectáreas sembradas con cultivos biotecnológicos en el mundo aumentaron de 1,7 millones en 1996 a 181,5 millones en el 2014 (más de cien veces). La relación de países con mayor superficie agrícola destinada a los transgénicos la encabezan Estados Unidos, Brasil, Argentina, India, Canadá y China.

Vale destacar, además, que en estos momentos más del 80 % de la soya cultivada y comercializada en el orbe es transgénica. Algo parecido sucede con el maíz, pero en menor porcentaje teniendo en cuenta la amplia propagación de este cultivo en el mundo.

Un estudio basado en 147 publicaciones internacionales sobre los resultados del uso de los cultivos transgénicos durante los últimos 19 años reveló que como promedio, la adopción de esa tecnología aumentó el rendimiento de las cosechas en un 22 %, redujo el uso de plaguicidas en un 37 %, e incrementó las ganancias de los agricultores en un 68 %.

Hasta el presente ninguna organización científico-técnica de carácter internacional o nacional ha hecho pronunciamientos negativos hacia las plantas transgénicas. Entre las que apoyan explícitamente dicha práctica figuran la Or­ga­nización Mundial de la Salud, la Organización de Naciones Unidas para la Agri­cultura y la Alimentación (FAO), la Royal Society del Reino Unido, la Administración para los Alimentos y Medicamentos de Estados Unidos, la Autoridad Europea para la Seguridad Alimentaria, y las Academias de Ciencias de Brasil, China, la India, México, y las del Tercer Mundo.

El empleo de este tipo de cultivo está legalmente respaldado a través de los principios del Protocolo de Cartagena, instrumento que regula los organismos vivos modificados producto de la biotecnología moderna y vela por garantizar la salud humana, así como la seguridad alimentaria, y la diversidad biológica.

PANORAMA NACIONAL

Los primeros esfuerzos de los especialistas cubanos en el campo de la biotecnología vegetal estuvieron centrados en lograr el dominio de las técnicas de cultivo in vitro de células y tejidos de plantas.

Según precisó a Granma el Doctor en Cien­cias Mario Pablo Estrada García, director de Investigaciones Agropecuarias del CIGB, en 1996 especialistas de esa institución obtuvieron las primeras plantas transgénicas a nivel de laboratorio, lo cual abrió el camino a la manipulación de genes capaces de conferir determinadas propiedades referidas, por ejemplo, al incremento de la tolerancia a insectos y a enfermedades ocasionadas por hongos.

Tomando en cuenta la ejecución en el país desde la década de los ochenta del pasado siglo de estudios relacionados con la ingeniería genética de plantas, se estableció una legislación nacional que regula la investigación y el uso a escala comercial de los OGM, y en particular de las plantas transgénicas, cuyos postulados responden a los mismos principios del mencionado Protocolo de Cartagena, del que Cuba es signataria, indicó el científico.

Basada en la Ley No. 81 del Medio Am­biente y el Decreto Ley 190 de la Seguridad Biológica, la reglamentación vigente encarga al Instituto Nacional de Higiene, Epi­de­mio­logía y Microbiología de evaluar la seguridad alimentaria de estas, mientras la valoración de la seguridad ambiental es realizada por el Centro Nacional de Seguridad Bio­ló­gica y el registro de semilla lo hace el Centro Nacional de Sanidad Vegetal.

Indicó el doctor Mario Pablo que en el 2004 el CIGB, de conjunto con el Instituto de Investigaciones Hortícolas Li­liana Dimitrova y el Instituto de Investigaciones de Granos, desarrollaron un maíz transgénico denominado FR-Bt1, concebido para ser resistente a la plaga de la palomilla del maíz y tolerante a herbicidas.

Luego de recibir en el 2009 las correspondientes licencias de seguridad, comenzó a realizarse la primera prueba productiva de ese renglón en alrededor de 900 hectáreas pertenecientes a la Empresa Cubasoy, en la provincia de Ciego de Ávila, lográndose rendimientos aproximados de cuatro toneladas/ha, superiores en más del doble a los reportados con las variedades tradicionales sembradas en paralelo.

Sin embargo, puntualizó el director de Investigaciones Agro­pecuarias del CIGB, los resultados no se ajustaron a las ex­pectativas y ello determinó la interrupción de las pruebas de campo con fines productivos.

«En la actualidad trabajamos en la obtención de nuevas líneas híbridas transgénicas de maíz, que en escala de pequeña parcela experimental, muestran rendimientos potenciales de nueve ton/ha, bien cerca de los niveles alcanzados por los países líderes mundiales en esta producción», resaltó.

«De culminar con éxito todas las pruebas requeridas por los órganos reguladores cubanos, para la primavera del venidero año 2017 podríamos empezar la introducción de las mismas en mayores extensiones de tierra, abriendo la posibilidad futura de sustituir las compras en el exterior de este cereal en el orden de los cientos de millones de dólares».

Otro proyecto de investigación implementado por el CIGB en colaboración con el Ins­tituto Nacional de Ciencias Agrícolas (INCA), es la obtención de una soya transgénica resistente tam­­bién a herbicidas, que en áreas experimentales de la em­presa Cubasoy mostró un rendimiento de hasta 2,8 ton/ha, muy superior a los habituales alcanzados allí.

Para el doctor Mario Pablo Estrada el poder disponer de líneas transgénicas de maíz y soya en Cuba de forma segura y regulada, tendrá un impacto muy significativo en la economía nacional a corto y mediano plazos, pues junto a otras tecnologías de producción desarrolladas en el país, propiciará una disminución considerable de las importaciones de esos dos estratégicos rubros (en el 2014 rondaron casi 500 millones de dólares), contribuyendo, además, a la sostenibilidad alimentaria de la nación.

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Cuba y Bangladesh desarrollan cultivos genéticamente modificados  – Vía Agrobio

 

Los avances de Cuba en el cultivo de transgénicos

Y es que no se necesita argumentar que Monsanto esto o aquello, porque aquí tenemos un claro ejemplo del trabajo de un organismo público con transgénicos, de la misma forma que ocurrió en España con el trigo para celíacos… y que pseudoorganizaciones ecologistas lograron que las pruebas se tuvieran que hacer fuera de España por el miedo infundado

Hace años que Cuba tomó la iniciativa en el desarrollo de variedades propias tanto de organismos vegetales como animales, tal y como recuerda Periodismodebarrio en El debate sobre los transgénicos en Cuba*, considerando las características del clima y los suelos cubanos, como una forma de verdadera soberanía alimentaria… y de paso, para obtener unas divisas con la venta de los royalties.

En el año 1989, el Centro de Ingeniería Genética y Biotecnología (CIGB) de Cuba obtuvo los primeros ratones transgénicos para el estudio de enfermedades humanas, específicamente, la hepatitis B. En 1994, investigadores de este mismo centro recibieron el premio de la Academia de Ciencias por la obtención de tilapias transgénicas con mayor nivel de crecimiento destinadas al consumo humano. Las investigaciones demostraron que las modificaciones genéticas realizadas lograban más de un 80 por ciento de incremento en el crecimiento de los peces transgénicos.

Durante la siguiente década se desarrollaron otros proyectos para la obtención de organismos transgénicos usados en la evaluación de fármacos y sus mecanismos de acción y se hicieron los primeros experimentos en laboratorios con plantas de caña de azúcar, papa, maíz, tomate, boniato, arroz, plátano, café, piña, tabaco, entre otros, para lograr que fueran resistentes a determinadas plagas y tolerantes a herbicidas, según Eduardo Freyre y Mayling Chan, en su artículo “Cultivos transgénicos, ¿a qué riesgos nos exponemos?”.

El CIGB tiene aprobados en el registro de variedades, hasta el momento, “dos líneas transgénicas de soya, una variedad transgénica de maíz, y tres híbridos transgénicos de maíz”, declaró Abel Hernández, investigador de este centro, en entrevista publicada en Cubadebate. Además, se encuentran en fase de desarrollo tres nuevas líneas de soya transgénica y en 2017 “se deben registrar los primeros híbridos de maíz transgénico que queremos se escale en producción”, añadió.

Una necesidad alimentaria

Desde hace años, Cuba se está convirtiendo en una pequeña potencia en el desarrollo de transgénicos con parcelas experimentales y transgénicos más o menos ya comercializados.

El estado cubano, dueño de las tierras, dispone de más del 50% de las mismas en estado ocioso, en un país que cada año importaba un mayor número de productos alimentarios, con incrementos de 100 Millones de dólares anuales. Esta situación se agravó en 2008 con los huracanes que afectaron a la agricultura nacional, llegando a importes en la factura alimentaria de más de 2600 Millones de dólares, un coste muy grande para un país que ha pasado muchos problemas económicos, desde el fin de la URSS.

Un poco antes de que esto ocurriera, a finales de 2005, Cuba anunciaba la noticia de que preparaba el lanzamiento de diferentes alimentos transgénicos, algo que tendría un mayor empujón posteriormente en 2006, cuando Raúl Castro declaró la producción de alimentos un asunto “estratégico”, pues Cuba importa el 80% de los alimentos que consume.

“Dispone de arroz, boniatos, maíz y tomates transgénicos en fase de estudio que pueden llegar al mercado dentro de tres años y cuyas licencias serían regaladas en países pobres para combatir el hambre, dijo el jueves uno de los máximos científicos de la isla.

“Espero, sueño, que en el correr de los próximos tres o cuatro años nuestros transgénicos cumplan con todos los requisitos (de bioseguridad) y puedan ser comercializados”, dijo Carlos Borroto, vicedirector del Centro de Ingeniería Genética y Biotecnología de Cuba.

Entre los transgénicos más avanzados hay variedades de maíz y boniatos resistentes a los insectos; arroz inmune a los hongos, y tomates que no les afectan los virus, explicó el científico durante un Congreso Internacional de Biotecnología realizado esta semana en La Habana.

En los laboratorios cubanos crecen también papas, plátanos, papayas y hasta piñas genéticamente modificadas. Borroto dijo que todos los transgénicos cubanos están en fase de estudio de campo y ninguno salió todavía al mercado.

“La filosofía en general del país es poder compartir estos resultados. Las plantas transgénicas que estamos procesando son, principalmente, para dar gratuitamente a los agricultores”, añadió.

Tras diferentes periodos de experimentación y del desarrollo de una tecnología propia, con la ayuda de científicos extranjeros, Cuba trabajaba de lleno en el desarrollo de diferentes variedades transgénicas, con una idea clara para desarrollarla de forma libre para sus agricultores e intentar extender la tecnología de bajo coste a otros países, como declaraban en la nota anterior del año 2005.

Aseguró que, aunque existen reticencias sobre el uso de esa tecnología, “todos los órganos que están encargados de regularla están activos, regulándola”, y “hay una voluntad política enorme de apoyo”.Precisó que actualmente los científicos tratan de hacer “todo lo más exquisito” posible, y sus ensayos asumen requerimientos que incluso sobrepasan lo que se considera “normal” internacionalmente.

Destacó que después del paso de tres huracanes por la isla en los últimos meses, que causaron la pérdida de miles de toneladas de alimentos y cientos de miles de hectáreas de cultivos, los investigadores dedicados a la producción de alimentos trabajan “un millón de veces más” intensamente que antes. Borroto calificó de “tonto” y “suicida” no aprovechar las herramientas que posee la ciencia cubana para hacer frente a esa situación, siempre y cuando se demuestre “que es seguro”.

“El riesgo de no utilizar la tecnología es quedarnos atrás en la producción de alimentos, ser ineficaces en la producción de alimentos, tener inseguridad alimentaria, tener que importar cada vez más alimentos”, dijo.Cuba importa más del 80 por ciento de los alimentos que consumen sus 11,2 millones de habitantes y este año el Gobierno anunció un gasto en esas compras que ascendió a más del 50 por ciento de lo previsto.

Incluso a pesar de estar como una prioridad nacional, existió desde diferentes colectivos internos y externos de la izquierda latinoamericana, un debate y una “crítica” a Cuba por permitir cultivar transgénicos (Introducción de maíz transgénico en Cuba ¿capricho, solución o amenaza?) pero que tendrían una respuesta clara y contundente (Carta a Narciso Aguilera Marín con relación a su artículo ¨Alerta ecologista contra la promoción de maíz transgénico en Cuba) de Carlos G. Borroto, Jefe del Programa Nacional de Biotecnología Agropecuaria en Cuba, en la que explicaba por qué Cuba necesitaba desarrollar los transgénicos y cómo Cuba desarrollaba los transgénicos como una forma de salvación de su economía, soberanía alimentaria contra las grandes transnacionales y la necesidad de importación de alimentos.

En el año 2009, Nature Biotechnology recogía le hito de que Cuba desarrollaba su primera variedad de maíz transgénico denominado FR-Bt1. Hasta hace poco, Cuba contaba con más de 3000 Hectáreas de maíz Bt, como parte de una iniciativa del CIGB para producción libre de pesticidas. La situación se repite con la soja para la alimentación animal y con otros cultivos de carácter tropical como forma de lucha contra plagas.

En 2014 se conocía que la variedad de Bt presentaba problemas en materia de la resistencia a las plagas, pero para poder desarrollar un transgénico debes de probarlo y eso implica poder cultivarlo, en lugar de decir NO a todo. Tal y como se expuso recientemente con los fallos en campo del trigo, para poder decir NO, hay que probarlo y si te opones a todo, es imposible saber si es bueno o malo.

La reciente «apertura» con Estados Unidos y el gobierno Obama favoreció el intercambio entre ambos países, en experiencias e ideas en materia de transgénicos.

Ahora con la llegada de Trump, es posible que este intercambio se enfríe… o no, porque no deja de ser dinero para America First.

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Acerca de andresrguez

Doctor por la Universidade de Vigo. Campo de especialización: comportamiento del plomo en suelos mineros, urbanos y campos de tiro, a través de técnicas espectroscópicas, toxicológicas y aplicación de nanopartículas.
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Una respuesta a Cuba y los cultivos transgénicos para la sostenibilidad alimentaria

  1. Tobaga dijo:

    Gracias por la información, la comparto.

    Me gusta

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