Los microplásticos también contaminan nuestros suelos


Republico esta tribuna en The Conversation acerca de los microplásticos en suelos, y que representará mi trabajo en los próximo seis años, una vez la FCT confirme mi puesto de investigador y firme el contrato.

Esto explica mi silencio en el último año donde he estado totalmente absorto en este nuevo proyecto y en la búsqueda de financiación.


Los microplásticos también contaminan nuestros suelos: es hora de actuar

Desde hace un tiempo vemos por televisión “islas de plástico” a la deriva en los océanos. En los últimos meses también se ha advertido de la posibilidad de que existan microplásticos, cuyo diámetro no supera los 5 milímetros, en paquetes de sal y en latas de sardinas. Incluso se ha anunciado su hallazgo en el intestino y en heces humanas, aunque esto requeriría un análisis más mesurado.

Los primeros registros del impacto de los microplásticos en ecosistemas marinos datan de la década de 1970. A partir de 2013 se indica por primera vez su presencia en ecosistemas acuáticos continentales (ríos y lagos). Sin embargo, su efecto en suelos y ecosistemas terrestres ha sido ignorado, con apenas unas menciones en 2005. No fue hasta 2012 cuando el profesor Matthias Rillig, de la Universidad Libre de Berlín (Alemania), advirtió de la situación en un estudio.

Se estima que el 80% de los microplásticos presentes en océanos se originan en ecosistemas terrestres. Provienen de suelos agrícolas, actividades industriales, construcción, transporte y vertederos. Varios investigadores ya han advertido de que se trata de un problema más grave de lo que creemos.

El investigador Luca Nizzetto, del Instituto Noruego para la Investigación del Agua, estimó que entre 110 000 y 730 000 toneladas de microplásticos son transferidas a los suelos cada año en Europa y América del Norte. Su principal origen son los plásticos agrícolas y los residuos en vertederos. Más tarde Alice Horton, del Centro de Ecología e Hidrología de Reino Unido, indicó que la cantidad de plástico que llega a los suelos es entre 4 y 23 veces mayor que la que llega a los océanos.

A pesar de estas cifras aún no sabemos bien cómo los microplásticos interactúan con el suelo, debido a la complejidad de su estructura. Existen unos 1 000 artículos científicos sobre el impacto de estos plásticos en ecosistemas acuáticos, pero menos de 100 en terrestres, a pesar de ser la fuente que los transmite a los océanos.

La mayoría de los plásticos que conocemos se desarrollaron a partir de la década de 1940. Su introducción en el transporte y en la agricultura supuso una revolución. Su utilización masiva permitió reducir costes, facilitó el transporte, las telecomunicaciones y el cultivo bajo condiciones adversas para obtener varias cosechas al año.

De la revolución a la contaminación blanca

A pesar de su inestimable ayuda, también suponen un gran problema medioambiental. Su condición de usar y tirar; su lenta degradación, que alcanza los 400 años; y las dificultades para su reciclaje y reutilización son algunos ejemplos.

A diferencia del acero y el vidrio, que pueden ser reciclados casi de forma infinita, el plástico pierde sus propiedades poco a poco. Con cada reciclado se obtiene un material de peor calidad que necesita ser mezclado con plástico virgen.

Los embalajes y el transporte suponen el 40 % del plástico utilizado en el mundo. La gran mayoría de los plásticos utilizados en estos sectores acaban en vertederos o incinerados, ya que las tasas de reciclado son muy bajas.

Aunque apenas supone un 4% de la cuota de mercado, otro gran consumidor de plástico es el sector agrícola. En muchos casos no se recicla bien o acaba a la intemperie sobre los suelos agrícolas. Esta elevada cantidad de restos plásticos, que queda sobre los suelos o en vertederos después de su uso en agricultura, se denomina en China la “contaminación blanca”.

El plástico también puede llegar a los suelos agrícolas de forma inadvertida, tal y como ocurre con los lodos de depuradora. Estos pueden contener una elevada cantidad de estos materiales, ya que las técnicas de depuración apenas retienen un 10% de los microplásticos que llegan de nuestros hogares e industrias.

Un ejemplo son las prendas textiles, donde el plástico tiene cada día una mayor presencia a través del nailon, poliéster y elastano. El lavado de la ropa en lavadoras puede incrementar las probabilidades de que se desprendan estas fibras. El resultado es que llegan al medio ambiente, a los suelos agrícolas por lodos de depuradoras o directamente a las masas de agua.

Ya tenemos una legislación que limita la carga máxima de metales pesados en lodos de depuradoras, y acabaremos por regular también los microplásticos. Sin embargo, esto no es fácil porque los suelos y los lodos son muy complejos y aún no tenemos una buena técnica de extracción de microplásticos.

¿Cómo afecta el plástico a los suelos?

Aunque este campo todavía es joven, sabemos que los microplásticos pueden afectar negativamente al desarrollo de lombrices y microartrópodos. También repercuten sobre la actividad bacteriana en los suelos,e incluso pueden actuar como transportadores de contaminantes orgánicos, inorgánicos y representar un problema por los propios aditivos que llevan los plásticos, tal y como ocurre con las bolsas plásticas de la compra.

No solo eso, sino que también impactan en las propiedades fisicoquímicas de los suelos. Esto quiere decir que empeoran sus funciones y los servicios ecosistémicos que proporcionan.

El suelo es un recurso no renovable a escala humana y cada día está más amenazado a nivel global por culpa de la contaminación, la sobreexplotación de recursos, el cambio climático y la deforestación. Ahora recibe una nueva amenaza: los microplásticos. Su impacto empeorará la calidad del suelo, lo que supondrá una pérdida de productividad a medio y largo plazo.

A pesar de todo esto, el plástico todavía es muy necesario y, en muchos casos, carece de alternativas. Además, existen problemas medioambientales globales más importantes que los microplásticos, como el cambio climático.

Tenemos en nuestras manos la posibilidad de trabajar de inmediato en reducir su uso. También en aumentar las ridículas tasas de reciclado y prohibir su uso en aplicaciones donde existan alternativas. Sin olvidar seguir investigando en nuevos materiales y bioplásticos, cuya degradación sea más rápida o tenga efectos menos nocivos. Eso sí, tampoco son la panacea: conviene recordar que no todos los bioplásticos son realmente “bio”.The Conversation

Andrés Rodríguez Seijo, Postdoctoral research associate, Universidade do Porto

Este artículo fue publicado originalmente en The Conversation. Lea el original.

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Cómo es el proceso de aprobación de un paper científico


Comparto aquí este artículo que publiqué previamente en Xataka

 

“Publicar o perecer” (Publish or perish) es una frase que todo investigador tiene en mente. Si no publicas tus resultados en una revista indexada, y a poder ser con un buen factor de impacto, no eres nadie en el mundo de la ciencia y no podrás acceder a becas, proyectos, puestos en la universidad, etc. Para llegar a tener tus resultados publicados, normalmente has de recorrer un largo y tortuoso camino. En otras ocasiones el camino puede ser corto, ya bien por suerte, unos resultados espectaculares o porque has hecho algún tipo de fraude, algo que se comienza a visualizar más.

 

Una historia que tienes que vender

Una vez obtienes los resultados de tu investigación, necesitas darle consistencia hasta crear tu historia. Al igual que si fuera un libro o fueras un vendedor de una tienda, necesitas crear una historia atractiva, con un título y un resumen muy atractivos. Aunque en general tienes que seguir un determinado esquema (introducción, material y métodos, resultados, discusión y unas conclusiones finales), la forma en la que lo cuentes va a ser muy importante de cara a que otros autores te lean, aparezcas más fácil en un buscador, etc.

Una vez se plasma esta historia en un manuscrito; hay que buscar una revista de tu área de trabajo, y a poder ser que tu historia entre en el área de interés de la revista (el temido “este trabajo no está en el scope de la revista”) y enviarlo a través de su web.

Normalmente envías a una revista que tenga una temática similar a lo que envías, en función de su índice de impacto, etc. pero previo a este envío, el artículo lo has de maquetar conforme a unas normas muy determinadas, que cambian de revista a revista, incluso de la misma editorial (palabras/páginas/palabras clave, el formato de la bibliografía, el número de tablas y figuras de resultados, etc.).

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Pasos habituales en el proceso de envío y publicación de un paper

 

La emoción del envío

Después de editarlo a las normas y cubrir una serie de formularios con todos los datos y sugiriendo unos posibles revisores, subes el paper a la web de la revista y al cabo de unas horas o días, recibes un email del editor asociado o el editor en jefe.

Si el editor cree que es un artículo interesante para su revista, buscará entre 2 a 5 revisores, para que revisen tu trabajo, y ahí comienza una carrera de fondo. Aunque normalmente puedes proponer unos revisores, pocas veces esos revisores serán los que revisen tu trabajo (no tienen tiempo, no quieren, el editor cree que no son los mejores, etc.).

Si no le parece interesante, te contestará en un email tipo informándote que lamentablemente tu paper: i) no se ajusta al área de la revista, ii) es un trabajo muy similar a otros que tienen publicados, iii) no tiene la suficiente relevancia, o iv) no da un motivo. En algunas ocasiones te ofrecerá enviarlo a otras revistas que pueden ser de tu área de trabajo (cuando son de la misma editorial), o directamente no te dirá nada, pero que espera que vuelvas a enviarles otra cosa en otro momento.

 

La tensa espera

Los revisores dispondrán de entre 15 días y 3 meses para realizar una revisión de tu trabajo, aunque es un plazo muy variable en función del campo de estudio y revista. Si creen que es bueno y válido para publicar, recomendarán al editor que lo incluya para publicar tal cual se envió, aunque esto no es habitual.

Lo normal es que los revisores encuentren fallos o cosas que se pueden mejorar (redacción del texto, idioma, calidad de los resultados, nuevos análisis para mejorar el trabajo, etc.), de forma que irán pidiendo revisiones de mayor o menor magnitud (major revisions, moderate o minor revisions), o el rechazo y la devolución a los autores, ya que tiene tantos fallos que requiere demasiadas mejorías y no vale la pena. En otras ocasiones puede suceder que directamente se rechace sin dar un motivo, aunque no suele ser habitual.

Al finalizar el plazo, puede que exista un empate entre revisores (uno a favor [revisionres de algún tipo o aceptación) y otro en contra (rechazo)], por lo que puede ocurrir que el editor: i) realice él mismo la revisión del trabajo, o ii) se pida a otro revisor su opinión, por lo que se vuelve a correr otro plazo de entre 15 días y 3 meses.

El tiempo entre que se envía y tienes una decisión definitiva (publicado o rechazado), puede eternizarse, porque se vuelven a pedir nuevas mejoras del trabajo, con un tiempo para que se puedan hacer. Se hacen y se vuelve a enviar a la revista, normalmente a los mismos revisores; aunque en otras ocasiones alguno de los revisores no puede/quiere y hay que buscar otro revisor. Se vuelve a dar otro tiempo de revisión, y se procederá a aceptar los cambios, pedir más cambios o rechazarlo; por la inclusión de este nuevo revisor.

Si la revista es muy buena, por ejemplo en las revistas más conocidas como Nature o Science, este tiempo puede ser de apenas 20-40 días; incluso con varias revisiones, aunque lo normal es que pase entre 1 a 6 meses, o incluso más de un año, entre las diferentes revisiones, etc.

Una línea más para tu cv

Si tienes suerte y el trabajo se considera válido para su publicación en la revista, el editor te comunicará la buena noticia y pasará a alguna subcontrata en India o Filipinas, que se encargará de revisar el trabajo más en profundidad y realizar el trabajo de maquetado en la plantilla de la revista: si las imágenes que envías tienen buena calidad, las tablas están bien, revisarán el texto, si las referencias están bien puestas o si faltan, etc.

Al final de este proceso, entre 2 a 10 días, esta oficina editorial te enviará unas pruebas de imprenta para que las revises y las aceptes, y tu artículo pasará a la web de la revista (otros 2 a 10 días), previa aceptación del copyright de la editorial y todo lo que conlleva, o previo pago a la revista (entre 500 y 5000 euros) para que tu paper pueda ser accesible a todo el mundo (Open Access).

En el caso de las revistas que mantienen edición en papel, tu trabajo aparecerá “in press”, hasta que exista un número de la revista, en la que se incluya tu trabajo y se le den unos números de páginas.

En el caso de las revistas exclusivamente online (ej. PlosOne, Scientific Reports, etc.), este proceso es inmediato y en cuanto se publica online, ya tiene un número y unas páginas.

Este hecho de rapidez de publicación y agilización de los procesos, ha permitido crecer a muchas de estas revistas Open Access, porque el hecho de ser el primero con algunos temas, puede ser vital de cara a futuras citas, proyectos, colaboraciones, etc.

Al final de este proceso habrán pasado semanas o meses, incluso algún año, y al final tendrás tu trabajo publicado. Y a por otro más, porque necesitas tener el mayor número de trabajos posible. Publish or perish.

 

El agujero negro de los trabajos rechazados

Si tienes mala suerte y tu trabajo es rechazado, vuelves a la carrera de fondo buscando una revista, normalmente de menor calidad, y adaptando tu manuscrito a sus normas. Volver a buscar revisores, volver a pasar el proceso de revisión, etc.

Por lo general, cuando se rechaza un trabajo puede ocurrir dos cosas: o que se envíe tal cual a otra revista, porque los autores no creen necesario introducir nuevos cambios, o que se acabe mejorando en algunas partes atendiendo a los comentarios de los revisores de la revista anterior.

¿Conoces a tus revisores?

Durante el proceso de revisión del artículo lo habitual es que cuando envíes un artículo puedas proponer revisores, pero eso no te asegura que sean esas personas las que te lo van a revisar.

Lo habitual es que no sepas quién te revisa tu artículo, pero el revisor sí sabe quién eres tú, y pueden surgir susceptibilidades y rivalidades…cuando se trata de campos muy específicos.

Aunque no es muy ético, sí te puedes encontrar con revisores que en su informe de revisión te pongan por las nubes o te pidan mejorías, pero de paso puedan para aprovechar y te sugieran de una u otra forma que cites sus artículos; porque va a mejorar el trabajo, o en el caso de algún editor, que cites a su revista. Ocurre más de lo que parece.

Esto está comenzando a cambiar y en algunas revistas existe un doble ciego, por el que ni tú conoces a los revisores, ni ellos conocen quienes son los autores, aunque es deducible por las referencias o por el tipo de trabajo.

Y en los últimos tiempos con el boom de las revistas Open Access, se comienza a favorecer el hecho de que se conozcan los revisores al final del proceso, y se publiquen tanto los nombres como los diferentes comentarios realizados durante todo el proceso, tal y como ocurre en algunos papers en Nature, Science o en las revistas de Frontiers.

¿Se cobra por revisar?

Este proceso de revisión es completamente altruísta, aunque cada vez más aparecen iniciativas como Publons, de reconocer de alguna forma el trabajo; con la idea de algo más a largo plazo, o editoriales como MDPI o Frontiers que ofrecen significativas rebajas en la publicación de artículos en Open Access o en servicios de traducción y revisión de inglés. Otras como Elsevier, suelen ofrecer acceso gratuito durante unas semanas a bases de datos como SCOPUS, pero sigue siendo un trabajo laborioso y poco reconocido. Todo por el bien de la ciencia.

¿Buenas editoriales o buenas revistas? El sistema JCR

No podemos hablar de la existencia de buenas editoriales como ocurre en los libros. En el caso de las revistas científicas, el pastel se lo reparten cinco grandes editoriales (Elsevier, Springer-Nature, Wiley-Blackwell, Taylor & Francis y Sage) u asociaciones científicas, como ocurre en el campo médico; que al final son las que publican la mayoría de artículos. Dentro de la misma editorial y por la diversidad de campos que intentan abarcar, puede tener excelentes, buenas o revistas del montón.

Las revistas se clasifican en una especie de Champions League, el sistema JCR, que clasifica anualmente las diferentes revistas en diferentes áreas de conocimiento. Para ello se utiliza el número total de citas que recibe la revista, tanto de la misma revista como de otras; el número de artículos publicados en los últimos dos años, etc. para finalmente obtener un valor y una posición en un listado final y dentro de un área de conocimiento determinada, que cambia cada mes de junio.

Aunque el JCR es el sistema de clasificación de revistas más utilizado por las agencias de evaluación, presenta importantes carencias y es cada vez más criticado, porque se puede llegar a manipular y dar lugar a artificios en la posición final.

Al igual que ocurre con las clasificaciones de las Universidades (Índice de Shangai, Índice de Leiden, etc.), existe cada vez más un mayor número de índices de clasificación de revistas (JCR, CiteScore, SJR, etc.), que aunque utilizan un sistema de clasificación similar al JCR, introducen diferencias y supuestos cambios de mejora.

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Así afecta la falta de efectivo a Venezuela


La hiperinflación de Venezuela y la falta de papel moneda ha generado un colapso de las transacciones electrónicas, en un país donde el uso de tarjetas no es muy utilizado. O era. La crisis finaciera ha dejado a los bancos sin papel moneda y con restricciones para retirar dinero. Este vídeo de Hispanopost, resume de una buena forma la situación de falta de efectivo en Venezuela

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La peste negra nunca desapareció: nueva epidemia en Madagascar y amenazados siete países más


Un brote de peste negra iniciado el 23 de agosto, ha provocado la muerte de al menos 171 personas y 2119 casos confirmados. El caso tiene en alerta a las autoridades de Sudáfrica, Mozambique, Tanzania, Mauricio, Comoras, Seychelles y Reunión; siendo lugares con actividad turística y la posible expansión de la plaga. El 67 % de los fallecidos en Madagascar son de la forma neumónica, transmitida de persona a persona.

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Evolución del número de casos de peste negra (formas bubónica y pneumónica)

El pasado 23 de agosto se detectó el primer fallecimiento por peste negra en Madagascar, con la muerte de un hombre de 31 años en el distrito de Ankazobe, una zona endémica de la enfermedad. Hasta el pasado 30 de septiembre, 10 ciudades ya registraban casos de muertes que incluían tanto Antananarivo como Toamasina, la capital y el principal puerto del país, respectivamente. Asimismo, también indicó la Organización Mundial de la Salud (OMS), el caso de dos ciudadanos de Seychelles, un jugador y un entrenador de baloncesto, que participaban en la Coupe des clubs champions de l’océan Indien, celebrada en Madagascar, lo que puso en alerta a las autoridades del Seychelles y otros países.

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Vía OMS: Plague Outbreak Madagascar. External Situation Report 06

Según los últimos datos de la OMS, al menos 40 de los 114 distritos del país, estaban afectados por casos de peste negra. Un total de 780 personas se habrían curado desde el 1 de agosto, y seis de los distritos afectados no indicaron nuevos casos en los últimos 15 días, lo que indicaría que “la tendencia se ha vuelto relativamente estable”, según indicaba un representante de la OMS a CNN.

 

Más países amenazados

Según indicó la OMS a través de la aviso sanitario del 12 de octubre, Sudáfrica, Mozambique, Tanzania, Mauricio, Comoras, Seychelles y Reunión; están en alerta, lo que incluye la vigilancia de los pasajeros en aeropuertos, puertos, etc. y la toma de medidas en materia de aprovisionamiento y revisión de los protocolos de emergencia.

A pesar de que la OMS no prohibió viajar a Madagascar, ya que es una zona endémica y por tanto con advertencia habitual en los diferentes países de origen, el Ministerio de Sanidad de Seychelles prohibió la llegada de pasajeros procedentes del país malgache, ya que dos días antes se había detectado un probable caso y obligó a tomar medidas con 320 personas más que estuvieron en contacto con el paciente sospechoso, aunque finalmente fue descartada la existencia de la enfermedad.

El caso de Seychelles, un importante polo de atracción de turismo, provocó que otros países (Irlanda, Hong Kong o Emiratos Árabes Unidos, etc.) hayan recomendado no viajar o extremar las precauciones de viaje. En Reino Unido, sus tabloides han ido a saco con el tema, ya que son zonas de turismo británico. En el caso de España, el Ministerio de Asunto exteriores advirtió el pasado 6 de octubre que se extremaran las precauciones.

 

Respuesta rápida de la OMS

Después de las críticas por su tardía respuesta con la epidemia de ébola en 2014 del África occidental, la OMS liberó más de 1.5 Millones de dólares y 1.2 millones de dosis de antibióticos, y el envío a la zona especialistas, al igual que Cruz Roja Internacional con un centro de tratamiento contra la plaga.

De los 9.5 Millones de dólares estimados por la OMS y el Gobierno de Madagascar para dar una respuesta global a la plaga, al menos el 26% estaría ya financiado por diferentes organizaciones que incluyen tanto a organizaciones internacionales (OMS, 1.5 Millones de dólares ; UNICEF, 500,000 $  dólares; Cruz Roja Internacional, 250000 $; Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo, 300,000$ o el Fondo de Población de las Naciones Unidas con 331,000$), países con importantes intereses en Madagascar como China (200,000 $ en medicinas) o donaciones de empresas privadas como Oilers Group (16,000$), Canal+ Francia o DHL.

 

Una enfermedad de pobres y de fácil tratamiento

La peste negra es una enfermedad infecciosa que se encuentra en pulgas que parasitan pequeños mamíferos; principalmente las ratas, actuando de vectores de la bacteria Yersinia pestis.

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Ejemplares de las pulgas hospedadoras (hembra y macho de Synopsyllus fonquerniei en 1 y 3; hembra y macho de Xenopsylla cheopis en 2 y 4, respectivamente) y las ratas que actúan como vectores de la enfermedad [Rattus rattus (5) y R. novergicus (6)]. Vía Andrianaivoarimanana et al. 2017. PLoS Negl Trop Dis7(11): e2382.

Cuando una persona es picada por una pulga con la bacteria, aparecen los síntomas de peste bubónica, entre uno y siete días, provocando tos, fiebre, inflamación de los ganglios linfáticos; hasta formar un “bubón”.

Rápidamente la enfermedad se extiende hasta llegar a los pulmones, y cuando hablaríamos de peste neumónica, y que transmitiría por vía aérea, de persona a persona; y por tanto más peligrosa.

Aunque es una enfermedad de un desarrollo relativamente rápido, un diagnóstico temprano es vital para reducir las complicaciones, ya que con antibióticos la supervivencia llega a tasas superiores al 90%. En el caos de Madagascar, los fallecidos con un 7 % de los afectados.

Históricamente, la peste negra en su forma bubónica ha sido una de las mayores pandemias de la historia, especialmente en caso de los entornos urbanos en la Europa del siglo XIV, con entre 50 y 75 millones de personas muertas; sobre el 60% de la población de la época en Europa.

 

Madagascar y el origen de la peste negra: comercio y pobreza

Madagascar, uno de los países más pobres del mundo (unos 1500$ per cápita), es una zona endémica de peste negra, con especial incidencia entre septiembre y abril, y coincidiendo con la época de ciclones del 15 de noviembre al 15 de abril.

Los primeros casos se remontan a 1898 cuando Madagascar se convirtió en un importante puerto comercial en las rutas hacia la India, de donde llegaron las ratas infectadas por las bacterias. Aunque desapareció la enfermedad durante unas décadas, en la década de 1930 se fue convirtiendo endémica, principalmente en la zona central del país.

Cada año se estiman entre 300 y 600 casos de peste negra, y cuya última gran epidemia fue en 2014, con 40 muertes de un total de 119 afectados. La mayor parte de los afectados se debieron a un elevado número de ratas en las prisiones del país, afectando tanto a prisioneros, guardias y visitantes.

Hasta ahora se consideraba que la peste negra en Madagascar era una enfermedad principalmente de un entorno rural, aunque en esta ocasión ha tenido una gran incidencia en zonas urbanas y con un comienzo en una época muy temprana.

Puedes leer algo más sobre el problema, en este reportaje en Vice de 2014: La zona de riesgo. La peste negra sacude Madagascar.

 

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Después de Sci-Hub, la guerra por el copyright científico llega a ResearchGate


Esta entrada la he publicado hace unos días en una colaboración para Xataka 

 

Hace unos meses se conocía la condena por la que Sci-Hub, el «Pirate Bay» de los papers científicos, era condenada a pagar 15 millones de dólares a Elsevier, en compensación por los daños en materia de copyright. Aquella batalla del Copyright ahora se ha convertido en una guerra. Por un lado ResearchGate, una especie de Facebook de los científicos y los papers, contra cinco de las principales editoriales científicas (ACS, Brill, Elsevier, Wiley y Wolters Kluwer). SpringerNature, la editora de entre otras revistas científicas como Nature, de momento no está en la guerra y parece que apoyaría a ResearchGate.

Hace tiempos os hablábamos sobre Sci-Hub, el «Pirate Bay» de los papers científicos, y cómo era prácticamente utilizada por todo el mundo, con cerca de seis millones de descargas en febrero de 2017.

El pasado mes de julio, tanto Sci-Hub como Library of Genesis (LibGen) y otras webs similares, eran condenados al pago de 15 millones de dólares a Elsevier, la mayor editorial científica del mundo, en compensación por los daños y las pérdidas económicas ocasionadas. Ante este resultado favorable para las editoriales, American Chemistry Society (ACS) se ha sumado a esta batalla y también pide 4.8 millones de dólares en daños, que seguramente se los acabarán concediendo.

Sci-Hub ofrece acceso libre a unos 62 millones de publicaciones científicas, que incluyen tanto papers como libros, siempre y cuando éstos tengan un DOI o un ISBN; y estén online. En una investigación realizada por Bastian Greshake, indicó que en los primeros seis meses de 2016 se habían descargado unos 28 millones de papers, siendo la mayor parte de Elsevier, seguido de SpringerNature y Wiley-Blackwell.

 

De Sci-Hub a ResearchGate

Cuando se conoció la condena de Sci-Hub estaba claro que el siguiente sería ResearchGate, y desde hace unos días ya hemos visto los primeros ataques contra ResearchGate y cómo ésta no se ha quedado quieta.

ResearchGate fue creada en 2008 por los doctores Ijad Madisch, Sören Hofmayer y el especialista informático Horst Fickenscher, con el objetivo de conectar científicos en una especie de punto de encuentro, un Facebook científico, aunque la idea inicial era que fuera una especie de repositorio pre-revisores, tal y como ocurre con Arxiv o BioRxiv.

Con sede en Berlín, ResearchGate iba creciendo en usuarios hasta unos 13 millones que tiene la actualidad, de 12 a 120 empleados entre 2011 y 2014, y también se incrementaba el interés en esta red social, que en la actualidad tienen unas 100 millones de publicaciones, incluyendo papers, capítulos de libros, comunicaciones a congresos, posters, etc.

En 2013 se conocía que recibía una inversión de 35 Millones de dólares para su desarrollo y expansión. Esta inversión estaba realizada por diferentes fondos de organizaciones como Wellcome Trust o del banco de inversión Goldman Sachs, pero donde sobresalía la Fundación Gates de Bill y Melinda Gates, dentro de su iniciativa por hacer la ciencia abierta. Esta inversión subiría a más de 50 millones de dólares a inicios de 2017, con nuevos inversores entre los que se encontraban los indicados anteriormente, pero también se sumaba A-Grade Investments, el fondo de capital riesgo participado por Ashton Kutcher.

Si decíamos que Sci-Hub era el “Pirate Bay” de los papers, en el caso de ResearchGate podríamos decir que es un Facebook de papers o más bien de investigadores. Además de compartir papers, capítulos de libro o comunicaciones a congresos, ResearchGate incorporaba algunas mejoras como la posibilidad de interactuar con otros investigadores haciendo seguidor de ellos y ser el primero en conocer su investigación, o la posibilidad de hacer preguntas abiertas a otros investigadores, y que éstos te respondieran.

Si antes lo habitual era escribir un email al investigador de turno para pedirle una copia del trabajo, ResearchGate lo hizo más sencillo. Simplemente escribir en un buscador el nombre del investigador o del título del trabajo, y llegabas a él. En la mayoría de los casos lo descargabas y ya, o le escribías al investigador para que te lo diera de forma privada.

En muchos casos antes que el artículo en la revista, el primer resultado en los buscadores era el del trabajo, y en el caso de Google Scholar, éste te envía a ResearchGate antes que las webs de las editoriales, cuando está ya accesible en ResearchGate. Y esto les cabrea bastante a las editoriales.

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Comparativa entre ResearchGate, las diferentes editoriales (ScienceDirect es Elsevier) y Sci-Hub. Vía The Scholarly kitchen

 

Para comprender esto, una investigación de Hamid Jamali de la Universidad Charles Sturt de Australia, indicó en un análisis de 500 papers seleccionados de forma aleatoria, que únicamente 108 eran de open-access, donde los autores pagaron previamente para que la licencia fuera suya, desembolsando entre 500 y 2500 dólares.

De los 392 restantes, 61 (15.6%) eran la versión pre-print antes de revisores, 24 (6.1%) la versión post-print o después revisores y los 307 restantes (78.3%) eran la versión final de la editorial, la que normalmente no puedes subir libremente y está sujeta a copyright, el cual lo tienes que firmar cuando te aceptan el trabajo. El problema es que nadie hace caso al copyright y al final todo el mundo sube el trabajo sujeto a copyright, porque a mí nunca me pasará, que soy un pobre investigador.

 

 

La guerra contra ResearchGate ha comenzado

En el último mes las cosas han cambiado y es que las principales editoriales se han comenzado a poner serias con ResearchGate. El pasado 18 de septiembre se anunciaba que 140 editoriales englobadas en la The International Association of Scientific, Technical and Medical Publishers (STM), solicitaba un acuerdo amistoso con ResearchGate, para que retirara o limitara las facilidades a la difusión de trabajos.

Ante las negativas o las dificultades que ponía ResearchGate, ya que ésta alegaba que las copias de los trabajos eran copias privadas de los usuarios, cinco de las grandes editoriales (ACS, Brill, Elsevier, Wiley, Wolters Kluwer) anunciaban una demanda en Alemania contra ResearchGate, demanda capitaneada por ACS y Elsevier.

Viendo que esta vez sí que iba en serio, ResearchGate ha comenzado a poner las copias de los trabajos en forma privada y no fácilmente accesibles al público, en una especie de signo de buena voluntad, aunque para estas cinco editoriales aún no es suficiente, ya que ResearchGate no indicó a la coalición el número de artículos que fueron puestos de forma privada.

La coalición se estaría quejando de al menos siete millones de artículos científicos que habían sido subidos a la web saltándose el copyright. En esta primera misiva, pidieron la eliminación inmediata de unos 100.000 trabajos.

Además de esta respuesta de hacer privados un número indeterminado de artículos, ResearchGate anunció hace unos días un acuerdo de colaboración con la también alemana SpringerNature, la segunda gran editorial científica del mundo, y que curiosamente no participó de esta petición de tirar abajo miles y miles de artículos.

En 2013 en una demanda similar contra el rival de ResearchGate, Academia.edu, también se pidió la eliminación de un número elevado de artículos a iniciativa de Elsevier. Desde esa época, Academia fue un poco en declive hacia una red de pago, que es en lo que se ha ido convirtiendo en la actualidad.

Esta guerra no ha hecho más que comenzar y puede alagarse, o quizás no, porque a todos les interesa salir ganando.

A las editoriales tampoco les interesa del todo que webs como ResearchGate desaparezcan, porque éstas incrementan la visibilidad de los investigadores y favorece la posibilidad de que tu trabajo pueda ser citado. Si tu trabajo es citado, además de la alegría para el investigador, hay un beneficio para la editorial de la revista del trabajo citado; que se convierte en una gran alegría cuando son muchas citas y la revista sube en el índice de impacto.

Pero es evidente que de alguna forma las editoriales tienen que velar por su negocio, que es vender artículos y licencias de acceso, siendo esto último un problema en las universidades alemanas por la locura de precios que imponen editoriales como Elsevier. Y además de esta evidencia, existe otra y es que en ResearchGate prácticamente ningún usuario se lee las normas de copyright antes de subir un trabajo.

 

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