Incendios, ley de montes y cuñadismos


Los incendios en Asturias y Cantabria están volviendo a demostrar lo fácil que es difundir bulos. Difundir bulos acerca de las recalificaciones y la Ley de Montes, cuando no tienen nada que ver porque la Ley de Montes sigue prohibiendo recalificar. Estos incendios ocurren TODOS los años, con la salvedad de que normalmente quedaban extinguidos con las lluvias, unas lluvias que este año no siguen patrones habituales. No hace falta buscar intereses oscuros ni conspiraciones varias, simplemente es conocer la vida real y salir del ombliguismo de desconocer la vida fuera de Madrid.

La ley de Montes sigue prohibiendo recalificar

Los incendios en Asturias y Cantabria están volviendo a sacar lo fácil que es difundir un bulo y demostrar el cuñadismo campante en los líderes de «opinión». Difundir noticias de que los cambios en la Ley de Montes permiten las recalificaciones… o el típico caso de piromanía que normalmente sacan las administraciones públicas para tapar su nefasta política forestal. Todo ello por no hablar de las tramas oscuras que sacan las organizaciones ecologistas y ciertos sectores…

Parece que hay que volver a repetirlo una y otra vez: La Ley de Montes no modificó la posibilidad de recalificar en suelo quemado. Construir en terreno quemado sigue estando prohibido como se indicó en Manipulaciones, incendios y recalificaciones.

El artículo 50 de la Ley de Montes sigue prohibiendo las recalificaciones en terreno quemado y en cualquier caso, éstas tendrían que estar aprobadas con anterioridad. Sólo se introduce una salvedad por la que las CCAA podrían revertir esta prohibición en caso de interés público, aunque deberán de establecerse medidas compensatorias para la recalificación del suelo y estar aprobadas antes del incendio, algo más complicado de hacer lo que parece.

Sesenta y tres. El apartado 1 del artículo 50 queda redactado como sigue:

«1. Las comunidades autónomas deberán garantizar las condiciones para la restauración de los terrenos forestales incendiados, y queda prohibido:

a) El cambio de uso forestal al menos durante 30 años.

b) Toda actividad incompatible con la regeneración de la cubierta vegetal, durante el periodo que determine la legislación autonómica.

Con carácter singular, las comunidades autónomas podrán acordar excepciones a estas prohibiciones siempre que, con anterioridad al incendio forestal, el cambio de uso estuviera previsto en:

a) Un instrumento de planeamiento previamente aprobado.

b) Un instrumento de planeamiento pendiente de aprobación, si ya hubiera sido objeto de evaluación ambiental favorable o, de no ser esta exigible, si ya hubiera sido sometido al trámite de información pública.

c) Una directriz de política agroforestal que contemple el uso agrario o ganadero extensivo de montes no arbolados en estado de abandono.

Asimismo, con carácter excepcional las comunidades autónomas podrán acordar el cambio de uso forestal cuando concurran razones imperiosas de interés público de primer orden que deberán ser apreciadas mediante ley, siempre que se adopten las medidas compensatorias necesarias que permitan recuperar una superficie forestal equivalente a la quemada. Tales medidas compensatorias deberán identificarse con anterioridad al cambio de uso en la propia ley junto con la procedencia del cambio de uso.

En el caso de que esas razones imperiosas de primer orden correspondan a un interés general de la Nación, será la ley estatal la que determine la necesidad del cambio de uso forestal, en los supuestos y con las condiciones indicadas en el párrafo anterior.

En ningún caso procederá apreciar esta excepción respecto de montes catalogados.»

Las recalificaciones urbanísticas son causa de menos del 1% de los incendios.

Incidiendo en este sentido de las recalificaciones, los datos de los agentes forestales, muestran cómo en el periodo 2001-2012, los incendios relacionados con las especulaciones y recalificaciones urbanísticas, suponían menos del 1% de los incendios provocados, tal y como recordaba Aula de Silvicultura:

Todo indica a que, pese a estar en el imaginario colectivo, la causalidad incendio-cambio de uso del suelo no es demasiado frecuente (0,34% de los incendios y 0,12% de la superficie quemada en el periodo 2001-2012 y valores similares antes de la aprobación de la ley 43/2003). Por ejemplo, está mucho más demostrada la relación incendio-pastoreo/roturación y aún así se elimina (con bastante menos ruido) la referencia correspondiente al apartado 50.2.

La mayoría de incendios provocados tienen su fundamento en intereses ganaderos o agrícolas, para la renovación de pastos o zonas forestales, que acaban descontrolados y que fueron la causa del 68% de los incendios en 2008.

Incendios que ocurren todos los años pero que nadie presta atención

Estos incendios ocurren todos los años, aunque lo habitual es que las propias lluvias los extinguieran y poca gente se enteraría del caso. La anormalidad en la distribución de las lluvias de este año, ha provocado el descontrol de estos incendios, en su mayoría provocados para renovar pastos o matorral para la producción forestal.

Las montañas de la cornisa cantábrica, provoca un efecto curioso que ayuda a comprender bastante el meollo de todo este proceso incendiario.

En la zona Norte de la Península, normalmente el viento es Norte/Noreste/Noroeste, viento húmedo,  acompañado de nubes y lluvias que quedan «retenidas» en las montañas y donde cae todo el agua en la cuenca cantábrica, generando una situación «seca» al otro lado de la montaña (Castilla y León). Cuando el viento cambia y es Sur, es un viento cálido y seco (Efecto Foehn), un «viento loco», «viento de brujas» o «surada» que se suele decir en Cantabria y Asturias.

Es justo con este tipo de vientos, cuando la mayoría de agricultores, ganaderos, cazadores, etc. aprovechan para hacer pequeñas quemas de zonas de pastos, matorral o pequeños bosques que interesa renovar.

«Aquí los incendios son algo cultural; Cantabria, Asturias, el Pais Vasco, son unas regiones ganaderas», comenta Díaz. «Como en todo el norte de España, las cabañas de vacas autóctonas -tudanca y otras- están seis o siete meses vagando libremente por las montañas, pastando», afirma. «La manera de conservar y regenerar pastos de montaña es quemando, ya que la hierba verde, si no tiene un consumo muy intenso del ganado, enseguida queda cubierta por matorrales».

Precisamente por eso, «los ganaderos, de toda la vida, queman las brañas para que se generen pastos y no se pierdan», asegura este guarda forestal. «Los ganaderos van ‘a limpiar el monte’, dicen, y no hay un rechazo social en la cultura ganadera a estos incendios».

Algunas investigaciones abiertas en incendios ya sofocados durante la semana pasada también apuntan como origen de la mayor parte de los fuegos a la quema de matorral para apertura de pastos. «El 90-95% de los incendios en los montes de por aquí son ganaderos que suben al monte a mediodía y dejan unas mechas que pueden tardar entre 10 y 16 horas en prender; así es imposible evitarlos», dice Díaz.

Normalmente este tipo de vientos duran un breve espacio de tiempo; desde unas horas a unos días, pero tienen la suficiente intensidad para que pueda arder el monte o para que «limpie» lo suficiente, porque en breve los incendios quedarán extinguidos por las lluvias habituales sin necesidad de intervención de los medios de extinción.

El problema ha sido este año, con una distribución de lluvias anormal, un otoño con temperaturas altas y pocas precipitaciones, al igual que los vientos donde los vientos de componente sur han predominado, lo que ha hecho que los incendios se hayan descontrolado por completo.

Haces el incendio de la zona que necesitas renovar y esperas que vuelva la lluvia para que apague… 

En el periodo Invierno-Primavera en el Noroeste de la Península, se producen el 63% de los incendios y el 46% de la superficie quemada, siendo la superficie afectada normalmente matorral (renovación de cultivos). Incendios que normalmente nunca se les presta atención.

En el caso de Asturias, este tipo de incendios de invierno normalmente llegan al 70% de la superficie quemada, tal y como recuerda Virginia Carracedo de la Universidad de Cantabria:

Este año han ocurrido en diciembre y aunque, como hemos dicho, no es el mes que habitualmente presenta las condiciones más propicias para los fuegos, el 2015 sí que las ha tenido (combustibles secos, altas temperaturas, baja humedad, viento desecante). Aunque esta circunstancia tampoco es excepcional, ha ocurrido en 1985, 1989, en 2007 se quemaron en ese mes más de 1.200 ha y en el 2012, solo en dos días, entre el 23 y el 24, se produjeron 41 incendios que quemaron más de 1.200 ha.

Incluso organizaciones como Greenpeace desmonta las teorías conspirativas de la Ley de Montes:

Que nadie busque conspiraciones, oscuros intereses o cambios de uso del suelo. La mera mención de la reforma de la Ley de Montes en lo que está pasando en Asturias, Cantabria o Vizcaya delata, nuevamente, a los ignorantes y los que quieren utilizar el problema de los incendios forestales como arma política, en vez de querer entender la complejidad del problema, y ahondar en sus causas y soluciones.

Lo que hemos visto no es nuevo. En un excelente artículo publicado ayer en el Diario Montañés la geografa Virginia Carracedo explica que estas oleadas de incendios en las montañas del Norte se repiten todos los años, pero no en época navideña. Lo normal es que suceda en febrero-marzo. Según la Estadística General de Incendios Forestales de España, que recopila datos desde finales de los años sesenta, los incendios de invierno-primavera del Noroeste peninsular suponen el 63% de los incendios y el 46% de la superficie que se quema cada año en toda España.

Y detrás de estos incendios forestales está una parte del sector ganadero, ya lo han dicho también los expertos, que matizan la información pidiendo que no se hagan juicios rápidos ni que se culpabilice a todo el sector. Y, precisamente, porque la mayor parte de los incendios de invierno son provocados por ganaderos, más del 80% de lo que se quema es superficie forestal no arbolada, principalmente matorral.

También queman el monte, aunque en menor medida, los cazadores, con la intención también de eliminar el matorral y atraer especies cinegéticas que tienden a desaparecer cuando el terreno forestal se cubre de matorral. Pero este año las quemas descontroladas han afectado a masas arboladas.

Históricamente, en las sociedades rurales cuya economía se ha sustentado en la actividad ganadera, la utilización del fuego ha sido la vía para ampliar la superficie de pasto y eliminar el matorral. Ellos lo llaman “quemas”. Y estas quemas se hacen durante el invierno, cuando el ganado está estabulado o en las zonas más bajas. Y cuando los efectos del fuego suelen ser más modulables, aunque ya hemos visto que esto no siempre es así. Sin poder excluir el oportunismo de algún pirómano aislado, que son un porcentaje bajísimo de la causa de incendios, estas malas prácticas ganaderas están detrás de la mayoría de los incendios que se están produciendo estos días en las montañas de Galicia, Castilla y León, Asturias, Cantabria, el País Vasco y Navarra.

Las quemas ganaderas autorizadas y controladas, que podrían considerarse un mal menor, son la forma de adaptar una práctica “tradicional” dentro de parámetros asumibles desde el punto de vista ambiental, aunque los efectos del fuego sobre el suelo son objeto de intenso debate dentro del ámbito científico y conservacionista. Lo que no es objeto de discusión son el carácter delictivo de las “quemas” que se producen sin permiso y supervisión administrativa, y en condiciones meteorológicas adversas, provocando fuegos descontrolados y constituyendo un problema de seguridad pública. Delito por cierto perseguido por el actual código penal.

El paisaje de la montaña en la península ibérica está cambiando rápidamente, pero los cambios en la sociedad rural no lo hacen a igual ritmo: los pastizales de las montañas se llenan de matorral pero la práctica ancestral del uso del fuego permanece. Hay que buscar soluciones, tanto por la vía de los desbroces mecánicos para eliminar matorral como a través de la utilización del fuego de manera controlada por parte de la administración (quemas prescritas). Y la persecución del delito, para aislar a quienes no acatan la ley. Todo lo que se haga para apoyar la pervivencia del sector ganadero responsable en nuestras montañas irá en beneficio de la conservación de estos paisajes.

 

Incendios de invierno y nefasta política forestal

Todo esto nos lleva al último punto y es la nefasta política forestal de las CCAA que queda tapada cuando culpabilizan a la piromanía.

Todo este desastre no es más que producto de la nefasta política forestal, los recortes en prevención; trabajo que se realiza durante el invierno, o la política en materia de subvenciones vía PAC, donde las nuevas zonas salen beneficiadas al convertir terrenos no pastables en pastables y recibir subvención.

Este hecho de las subvenciones y los pastos, se explica muy bien en El Español:

Pero quizá uno de los factores determinantes a la hora de realizar quemas de monte para pastos hay que encontrarlo en las subvenciones de la Política Agraria Común (PAC) de la Unión Europea, que establece que los ganaderos pueden cobrar subvenciones por animal y por superficie de terreno de pastizal. «A los agentes forestales no nos ha pillado de imprevisto, porque las condiciones son las propicias», dice el asturiano.

«Si queman el monte, el primer año no cobran, pero en cuanto pasan dos, tres, cuatro años, ya es pastizal», apunta Díaz. «Yo creo que habría que darles las subvenciones, porque sería una pena que se extinguiesen los animales autóctonos, pero habría que dárselas con independencia de las dimensiones de los pastos».

Coincide con este diagnóstico Cabrero. «Según los compañeros de las BRIPAS (agentes de investigación del Medio Natural) en Asturias y los agentes forestales en Cantabria, muchos de los casos están relacionados con subvenciones de pastos», comenta, y añade: «Se trata de quemar una superficie de monte para que luego en años sucesivos desaparezca la vegetación arbórea, aparezca la vegetación herbácea y el pasto, las vacas y el resto de ganado empiecen a pastar ahí y se pueda cobrar una subvención».

Este experto llama a una solución más drástica: «Que España tome medidas en terrenos quemados para no poder recibir este tipo de subvenciones». «Así, dejarían de quemar al no tener beneficio económico», concluye.

Parece que apagar los fuegos es más fácil que articular una verdadera política forestal.

Acerca de andresrguez

Doctor por la Universidade de Vigo. Campo de especialización: comportamiento del plomo en suelos mineros, urbanos y campos de tiro, a través de técnicas espectroscópicas, toxicológicas y aplicación de nanopartículas.
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5 respuestas a Incendios, ley de montes y cuñadismos

  1. Claro, claro, y ni este año ni los anteriores hay responsables de esos incendios, ni de lo del Prestige, ni de que mueran personas cada día por no tener casa (ESO SUCEDE), ni del 11M en Atocha …
    … y si yo me cargo a un payo; ¡quietos tós paraos! que tiene que venir varios jueces a ver ka pazao y me llevan al trullo.

    Vesssste a la mierda chaval !!!!!!!!!!!

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